Buscadores y nuevas tecnologí­as: ¿una amenaza para la memoria?

Sin calculadora, iPad o buscador de internet, la mayoría de los genios que marcaron la historia de la ciencia, desde Copérnico hasta Stephen Hawking, lo hicieron en su momento sin más ayuda que un lápiz y un papel. A lo sumo un borrador para pizarrón. Por eso no resulta caprichosa la advertencia que distintos especialistas realizan una y otra vez sobre los efectos negativos que podrían tener para nuestra memoria y capacidad de aprendizaje las nuevas tecnologías. ¿Cuáles son esos efectos?

Uno de los dispararon el debate fue el escritor norteamericano Nicholas Carr, quien en su libro “Superficiales. Qué está haciendo Internet con nuestras mentes” plantea que las nuevas tecnologías conspiran contra nuestra capacidad de concentración, reflexión y contemplación, y para demostrarlo cita un trabajo de 2009 realizado por la Universidad de California donde se estudió con resonancia magnética funcional a un grupo de personas de entre 55 y 76 años que eran “vírgenes” en el aspecto tecnológico mientras completaban tareas de búsqueda en Internet y leían en una computadora, y los compararon con dos grupos de coetáneos con muy poca y mucha experiencia en Internet. Los autores demostraron que todos tenían una activación cerebral similar al leer un texto simple, pero cuando se les pedía buscar en Internet, los experimentados tenían una activación mucho más global e intensa de circuitos frontales, occipitales y temporales, específicamente en áreas ligadas con la toma de decisiones, la motivación, la visión y la memoria.

CAUSAS Y CONSECUENCIAS

“El depositar el esfuerzo en un dispositivo tecnológico tiene una consecuencia neuronal directa”, confirma la neuróloga platense Diana Cristalli, quien precisa además que las distintas habilidades cognitivas del ser humano las llamamos racimo, y operan cada una en determinadas zonas del cerebro. “En el caso de la escritura, por ejemplo -ilustra la especialista-, la zona que actúa es el Centro de Exner. Cada vez que escribimos se activa allí un circuito neuronal único. Si salteamos ese mecanismo, es decir que escribimos sin hacerlo a mano, esa zona queda sin activar y tanto nuestra capacidad motriz como la memoria empiezan a verse resentidas, dado que lo mejor que podemos hacer con nuestro cerebro es precisamente ejercitarlo”.

Quien advierte sobre los riesgos de dejar todo en mano de las nuevas tecnologías es el neurólogo Facundo Manes, para quien esta conducta puede derivar incluso en un trastorno compulsivo. “La persona que transita largas sesiones conectada en detrimento de otras actividades -dice-, con necesidad imperiosa de conectarse y gran malestar si no puede, tiene los síntomas más frecuentes de este trastorno adictivo. Esto no significa que los usos normales de estas tecnologías lleven a esta condición, sino que, por lo general, quienes la padecen son personas que presentan una neurobiología particular que los hace más vulnerables a caer en estas conductas compulsivas”. Uno de los ejemplos que los especialistas más señalan es el de la escritura a mano, algo que, en tiempos de tablets y smartphones, cada vez más quedando más en desuso. Según se explica, la tecnología aumenta la velocidad de la comunicación y, a medida que nos adaptamos a los nuevos dispositivos, anticipamos palabras a las señales que nuestro cerebro envía a los dedos. Pero no las escribimos. Y ese mecanismo, como dice la neuróloga platense, queda desactivado, sin uso, casi como un terreno al que abandonamos y decidimos ya no visitarlo más.

Se estima que el 33% de las personas tiene dificultad para leer su propia escritura, según un estudio elaborado por Docmail, una empresa de impresión y correo con sede en Gran Bretaña. Según ese informe, a uno de cada tres participantes se les había pedido no escribir nada a mano por más de medio año. La actualización de calendarios, directorios y notas eran a menudo realizadas sin la ayuda de una pluma. Finalmente, más de la mitad de los participantes dijeron que su habilidad para escribir a mano estaba casi anulada. Para los responsables de ese estudio, el declive de la escritura manual causa un gran deterioro de la mente. “Teclear juega un rol en esto porque las personas están tratando de escribir rápidamente enunciados cortos -dicen-. Las personas no están usando sus mentes y están dejando que la tecnología tome decisiones por ellas”.

Fuente Diario El Día

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